Nacida en La Paz, Bolivia, Hyena es rapera, beatmaker y productora. Nos habló de su carrera, de su participación en el colectivo queer bruselense Gender Panik, del papel de las raperas en la escena boliviana y del desarrollo de su música, estrechamente vinculada a su transidentidad.
¿Puedes presentarte de forma breve?
Mi nombre es Hyena en escenario y en mi chamba, pero todo el mundo me conoce por mi nombre real, Nayra. Soy una chica trans boliviana, de las ciudades de La Paz y Cochabamba. Vengo de una familia quechuamestiza urbana, he crecido entre calles angostas y el mote de haba que todos los días comía mi mamá. Me considero plenamente mujer trans femme (en términos europeos), pero me identifico más con las palabras informales y reapropiadas de mi cultura urbana: minita, imilla, ñoja, chotita, bandida, arrecha, birlocha, desputera, ñata, zorra…
¿Cómo y cuándo descubriste la cultura hip hop?
Siempre he consumido la música y la danza, desde adolescente me gustaba ver batallas y oír en mis audífonos a artistas americanos y latinos de rap. Pero mi verdadero contacto con la cultura comienza el 2021, cuando regreso a vivir a Bolivia, y llego con ganas de rapear, de entrarme por completo en la movida.
Comenzé a ir a eventos de rap y a ubicar lxs artistas que estaban sonando en esos tiempos, en eso mi gran hermano y maestro Alandino convoca a un taller gratuito de rap. En ese taller nace mi primera krew Rimay Tinku, con la cual conoceré ya mis primeros escenarios y a muchísima gente de la cultura, y ahí nomás me quedé.
¿Recibiste algún tipo de formación o educación musical?
Tuve por un tiempo un profesor de guitarra, cuando tenía 13 o 14 años. Más allá de eso… videitos del Youtube nomás. Mucho he aprendido sola, leyendo, siendo curiosa.
¿Cómo y cuándo empezaste a rapear?
Empecé a rapear allá por el 2018-2019. Tenía un amigo en esos tiempos que ya rapeaba y verlo escribir me motivaba a hacer algo, aunque no lo mostraba a nadie, igual otro tipo de música hacía o quería hacer, bien sonsa.
Pasaba también mucho tiempo sóla, en esa época vivía en Bruselas en un sótano sin puertas ni ventana, encerrada en mi mundo, componiendo canciones, buscando propósito. La vida se siguió tambaleando y llegué a vivir en okupa (squat) con un montón de gente.
Y entre esa gente estaban mis amigxs que se convertirían eventualmente en el grupo de rap Gender Panik. Verles organizar residencias sin hombres cis, en las que se permitían rapear, leer textos, verles motivarse a no tener miedo de no ser “artista”, me inspiró a ponerle más fé a mi rap. Y ahí ya una cosa llevó a la otra.
¿Cómo elegiste tu nombre artístico y creaste tu personaje? ¿Cómo lo definirías?
Yo entre mayo y julio del 2023 soñaba constantemente con hienas. Y nunca he visto una! Pero soñaba que había un animal dentro mío carroñero, hiperactivo, con muchas ganas de salir y mostrar sus dientes.
Poco después me enteré de una historia muy fuerte con respecto a mi nacimiento, al embarazo de mi madre, y a un gemelito que tenía yo que lastimosamente no pudo vivir. Que al parecer me lo había comido yo en la panza, que al parecer pasé de ser esperada nacer mujer, a nacer finalmente varón… Y seguía, seguía soñando, pensando en hienas.
Viendo un par de documentales me enteré que las hienas hembra son un poco hermafroditas, que muchos biólogos las confundían con las macho. Tenía más sentido el nombre, algo me pedía bautizar así a mi trabajo y a mi expresión. Y la verdad es que suena mejor, es más memorable que mi anterior nombre (‘Boka Esquina’), además que de alguna manera suena menos “hiphopero”, hasta me hace sentir menos presionada a siempre hacer rap si o si.
Me siento más libre de llevar este proyecto hacia otros géneros y mundos.
Mi personaje no sé… Creo que nunca he pensado mucho en construir un personaje, y siempre he intentado ser yo misma. A pesar que eso haya sido necesariamente contradictorio, un poco mentiroso y al mismo tiempo muy real, prefiero reflejar mi personalidad propia y quién/qué/cómo soy, que definir un personaje fijo.
¿Cómo describirías tu música?
Creo que es un poco lo que mi historia dice. Si te imaginas una música hecha por una minita tramposita y hiphopera, que solía ser un chacalito travieso y astuto, que ahora está pasando por una transición hormonal y que ha tenido experiencias cercanas ambas con la calle y con la comodidad, terminas con lo que hago.
Ahora la verdad es que estoy en un momento donde quiero redefinir mi rumbo y reimaginar mi música. Mucho tiempo la he codificado alrededor de vocabularios como el boom bap y el rap de los 90’s. Pero ahora quiero dirigir el enfoque no al lenguaje musical, sino al lenguaje emocional.
Quiero que mi música sea música de eso, de chotita sentimental, de chacalita culo grande corazón abierto.
Y que eso pase por el hip-hop, el trap, la chicha, el huayño, los layku-laykus, el afrobeat, el reggaetón… Eso ya decidirá la música qué cosa siempre quiere ser.
¿Cómo sueles escribir letras? ¿Cuál es tu proceso artístico?
Generalmente escribo sobre algún beat que tenga en mi computadora. Paso mucho tiempo creando instrumentales, y luego cuando tengo tiempo, me fumo un queso, me siento a escuchar mis beats, tal vez freestyleo encima o pruebo alguna letra que escribí. Y ahí empieza como un torbellino en el que beat, música, letra, flow, se van hablando y dialogando hasta volverse uno solo. Suena bien hecha a la capa mi respuesta jajajaja.
Pero no soy mucho el tipo de artista que termina su letra y luego le hace un tema, o termina un tema y luego le hace la letra. En mi proceso siempre uno va ligado al otro, me gusta cada vez más que mis palabras sean como acordes o arreglos de la canción, y menos como un texto.
¿De qué tema(s) te sientes más orgullosa hasta ahora y por qué?
Ufff. Díficil… Creo que de los que salieron, tengo que decir ‘Trans Piketera’. Es la primera canción que mezclé y masterizé por mi propia cuenta. Y el video ni qué hablar, el equipo se rajó y logramos hacer una pieza realmente hermosa, con todas las chicas de la Casa Trans de aquí de La Paz, con un trabajo en vestuario y arte alucinante…
Pero de las que no salieron aún, tengo un par de temitas que me encantan, que escucho seguido en mi día a día. Y estoy muy ansiosa por lanzarlas.
¿Estás relacionada con la escena hip hop boliviana? Si es así, ¿cómo son las escenas de rap “femenino” y queer allí?
Sí, creo que sí estoy relacionada. Entre el 2021 y el 2023 mi primera y más importante comunidad fue la escena del hip hop. Tengo todavía un montón de gente que amo ahí dentro, que me da esquina, que yo admiro también enormemente sus vidas y su trabajo. Inclusive logramos organizar unos cuántos eventos bien recordados, talleres, daba clases de rap a niñxs…
Ahora que estoy metida en demás cosas, ya no tenemos la misma cercanía o la misma confianza con la movida. Pero está bien, como toda amistad y relación, cambia con el tiempo, se dilata y contrae.
La escena de rap femenino existe y se defiende, no somos ningunas sonsas. Pero tampoco sería cierto negar que la atención y el enfoque siempre es dirigido a los MC varonsitos. Creo que las minas nos hemos tenido que insertar y hacer valer nuestro piso en esa escena, no hay realmente una movida aparte de rap “femenino”, hay la movida de rap, y ya si eres minita y quieres tener tu nombre ahí dentro vas a tener que laburar.
Y no aguantar mierdas de nadie, y meterte nomás a matronear, mostrar lo que tienes, una se defiende en el papel y en el micrófono.
Y está bien que sea así, porque así es la vida aquí también, así es la calle, el laburo, la familia, el comercio, la fiesta, el amor, todo. Y sí, podríamos venir con feminismos y deconstruir las expectativas del artista y del mundo hip-hopero que es bien machito… o podemos tragarnos el venenito, volvernos inmunes, rapear mejor y romperla toda, ¿chapan? Y que nos envidien. Y tener fé a que nuestra escena es machista porque la industria lo es, no el hip-hop.
Rap “queer”, eso no hay, no existe. Hay raperas queer, hay mis MC’s lenchitas, lesbianas, bis, estoy yo cargando toda la representación trans en el rap, así nomás es. Pero escena de rap queer, creo que eso es algo bien europeo aún.
¿Cómo responde el público boliviano a las raperas?
Ouf! jodidos son pues. Entre varonsitos andan nomás chekeando, y cuando aparece una changa que rapea mejor y de cosas más valiosas que su panfletito de rapero callejero, se la ralea a veces, se la respeta otras veces.
Aquí hay un lado de la comunidad hip hopera muy basado en el apoyo y el respeto, así como hay otro lado muy basado en desconocer y desconfiar.
“Vos quién eres, no te he visto por mi zona”, listo ya te han ninguneado.
A la Alwa nomás, que pucha yo no voy a ocultar haber tenido mis críticas de su trabajo al principio, pero ahora que ha hecho tanto, tan buen trabajo, que se ha avivado se ha hecho conocer, le está permitiendo proveer tal vez mejor a sí misma o a su familia, está llevando el rap femenino boliviano muy lejos, y de paso es una amiga muy linda, talentosa, real. Se le da palo y harto se le tira hate desde la comunidad, porque es conocida, y porque lleva pollera.
A mi amiga de Cochabamba la Kanto Tika Nina, que igual es bien capa y firme, también se le ha querido desconocer porque es una mina que canta de matar machitos y de ser agresiva.
A mi, lo mismo, “ah no esa changa habla de ser trans pa’ volverse famosa y ganar plata, eso nomás quiere”.
Hay como una predisposición a siempre verle el vicio, la mala maña, la avaricia, en la rapera mujer boliviana.
No se nos da la misma confianza que estamos haciendo esto desde nuestra realidad y realeza también. Pero que nos chupen la teta. Soy pues, viciosa, mañosa, ¿y?. Al final, la Alwa anda rompiéndola, yo igual la voy a romper, toditas las minitas estamos más despiertas y trabajando más pilas, porque así se nos exige, y eso clarito nos va devolver también la vida.
Como artista, ¿cuáles han sido o son los principales obstáculos que encuentras?
El dinero, siempre problema. Yo tengo la suerte, mezclita de privilegios y trabajo duro, de poder hacer muchas cosas por mí misma. Sé hacer beats, sé mezclar, sé masterizar. Me puedo ahorrar en eso.
Pero hacer videoclip, si quiero que esté en el estándar profesional que tenemos que exigirnos para elevar la industria boliviana, hay que tener pues plata. Aparte de eso,
abrirse campo como mujer trans jóven y de paso rapera, a veces es también chocarse con muchos puntos de vista transfóbicos y transmisóginos.
Pero ya, qué me importa.
Creo que lo más difícil es lo mismo para mí, como para toda otra MC boliviana, como pa’ todx artista en realidad independiente de aquí. No hay industria en Bolivia. Y no me la creo yo el discursito de que, ay, que venga el Estado a invertir en el arte, que nos den la manito y la platita el gobierno, porque tampoco hay que ser wawas. Tocó lo que tocó.
El techo aquí de la industria es bien bajito, y perforar ese techo es bien jodido.
No hay productores dispuestos a invertir, no hay sellos discográficos, nada de eso.
Y más bien ahora es 2024 y podemos hacernos conocer con el TikTok, y más bien la escena underground local tiene mucha vida y en escenario también nos hacemos conocer. Pero el nivel de talento y de trabajo que hay aquí es muy desproporcional al nivel de oportunidades artísticas.
¿Cuáles son tus proyectos por venir?
Por fín lancé mi último mixtape de rap RAPPASMUT’I y ahora quiero pasar a otra cosita, un tiempo. Estoy trabajando canciones de trap que creo que acabarán siendo el primer EP “verdadero” del proyecto de Hyena.
Tengo también un EP colaborativo de rap 90’ero con mi amigo Dechope, una mixtape con mi mejor amiga Diva Virtual, unos temas ahí sueltos que no sé qué haré. Pero rápidito va llegar porque ando ansiosa y con muchas ganas de laburar.
¿Qué necesitas hoy para desarrollar al máximo tus proyectos?
Claridad y sabiduría. Necesito más fé en mi proyecto y en mi mensaje, yo a veces me da mis ataques de síndrome del impostor, y hay que pelear con esos pensamientos. También, seguridad y bienestar.
Al final mi proyecto más grande e importante es mi transición, y para hacer la música que quiero hacer, tengo que ser la persona que quiero ser, y eso no es nada obvio. Después de eso, si tengo mi motita, unos buenos audífonos, y el tiempo en el bolsillo, me creo capaz de muchas cosas.
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© Radhi Gutierrez